dijous, 28 de febrer del 2008

AI, LA PROSA!

M’escriu la meva directora de l’esperit bloquista, Maria Pin, vindicant Monsieur Jourdain, le bourgeois gentilhomme. Col·loquiem, pos, no sigui que ens ataqui el bacteri de la virtut i ens deixi muts, perfectes, llunyans com aquelles idees rodones i magnífiques de Plató:



La cucharada estrecha
Un fama descubrió que la virtud era un microbio redondo y lleno de patas. Instantáneamente dio a beber una gran cucharada de virtud a su suegra. El resultado fue horrible: esta señora renunció a sus comentarios mordaces, fundó un club para la protección de alpinistas extraviados, y en menos de dos meses se condujo de manera tan ejemplar que los defectos de su hija, hasta entonces inadvertidos, pasaron a primer plano con gran sobresalto y estupefacción del fama. No le quedó más remedio que dar una cucharada de virtud a su mujer, la cual lo abandonó esa misma noche por encontrarlo grosero, insignificante, y en un todo diferente de los arquetipos morales que flotaban rutilando ante sus ojos.
El fama lo pensó largamente, y al final se tomó un frasco de virtud. Pero lo mismo sigue viviendo solo y triste. Cuando se cruza en la calle con su suegra o su mujer, ambos se saludan respetuosamente y desde lejos. No se atreven siquiera a hablarse, tanta es su respectiva perfección y el miedo que tienen de contaminarse
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JULIO CORTAZAR, Historias de cronopios y famas.